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17 ene 2011

Las Garras del Demonio - Cap 1

Lust


El atardecer caía sobre la Ciudad, tiñéndola de dorado y encarnado, manchando las nubes de color violáceo. El aire frío había marchado hace tiempo, lejos, y una cálida brisa volaba entre las calles, incitando a la gente a salir, y en poco tiempo, la multitud inundaba las calles. Una multitud sin rostro y sin nombre, sin embargo, entre ella, se abría paso una figura a la que todos miraban pasar.

Era una hermosa mujer, más parecida a una sílfide, a un ser de ensueño, que a una simple mortal. Sus caderas se balanceaban al caminar, un andar airoso, seductor, con un toque de desafío que apartaba a la gente de su camino. Su piel poseía un delicioso tono cremoso y bronceado, y sus exóticos ojos, de color purpúreo, atrayente y fascinante. Un largo cabello, oscuro como el plumaje de un cuervo, caía ondulado por su espalda, meciéndose con la brisa de la tarde. La esbeltez de su figura era realzada por un elegante vestido de raso negro, ceñido a su cuerpo, que perfilaba sus sinuosas curvas.

Sin duda era la encarnación de la Lascivia.


Jack esperaba intranquilo, sentado en un banco de la calle principal, manoseando distraídamente una rosa de un rojo apagado, como sangre. Su cabello pajizo estaba atado con una sencilla trenza, pero esta no impedía que algunos mechones cayeran descuidadamente sobre su bronceado rostro. Su mirada esmeralda se perdía en el cielo rojizo, que comenzaba a oscurecerse y a salpicarse de estrellas.

Se puso en pie como un resorte al ver una conocida figura acercándose y esbozó una plácida sonrisa. Caminó hacia ella, saludándose con un suave apretón de manos.

-Hola, Lust. Estás preciosa.-la alabó con sinceridad.

-Gracias, Jack.-respondió con un suave rubor en sus mejillas.- ¿Nos vamos?

Jack, esbozando una amplia sonrisa, ofreciéndole su brazo para apoyarse, la guió hasta un restaurante cercano.



-¿A qué te dedicas?-susurró Lust con una enigmática sonrisa. El susurro se vio apagado por el melancólico sonido de un violín, pero aún así Jack la escuchó.

Ambos estaban sentados en una mesa privada, cubierta con cortinas translúcidas, junto con el titilante fulgor de las velas, que confería un ambiente íntimo y agradable.

-Soy el vicepresidente de Gaia-corps.

-¿¡Tan joven!?-exclamó Lust, fascinada.

-He estudiado en lo mejor. Además, es el negocio de mi familia. Trabajamos con nanotecnología.

-¡Qué cosa más extraordinaria!

-¿Y tú en que trabajas? No hemos hecho nada más que hablar de mí.

-En este momento estoy trabajando con un directivo de de una empresa famosa… Pero no debo decir nada más. Es algo puramente profesional.

-Te comprendo… Las fusiones y esos temas no pueden airearse por ahí.

Lust esbozó una sonrisa complacida. Cenaron tranquilamente y después se marcharon entre risas y besos a un hotel, entrando por la puerta de atrás.


Jack mordisqueaba la oreja de Lust, quitándose la chaqueta. Lust le condujo a la cama, y con una lasciva sonrisa le amarró al dosel con unas esposas.

-¿Estás listo?-le susurró Lust en la oreja.

Jack se mordió el labio en una sonrisa impaciente. Pero su semblante cambió al ver a Lust girarse y coger una enorme aguja, mientras se acercaba con una sonrisa siniestra.

-No te lo tomes a mal, Jack.-dijo con una falsa sonrisa afectada.- A mí me pagan por esto, no es nada personal. Es algo puramente profesional.

Jack gruñó frustrado, intentando liberarse de las esposas, pero no podía. Lust le inyectó la enorme aguja, limpiando sus huellas de ella.

-Mientras tanto, te explicaré por qué. Forma parte del trabajo. Tu primo Adam aspira a tu puesto si tú mueres. Mi jefe ha llegado a un trato con él… Nos interesa su plan de la nanotecnología en armamento. Es sencillo, Jack… Fue un placer conocerte.

Jack ya casi no la oía. Una espuma caía por la comisura de su boca, y sus ojos esmeraldas estaban esmerilados. Pronto moriría de la sobredosis.

Lust comenzó a limpiar sus huellas de todo lugar de la habitación. Extrajo de su sostén una pequeña redoma de cristal, sacando de su interior cabellos rubios, pertenecientes a una prostituta. Después de todo, muchos ejecutivos pagan a muchas.

El jefe de Lust nunca cometía errores. Siempre sabía el punto débil de cualquier ser humano, y todos tenemos alguno. Los seres humanos sólo somos eso: humanos. La lujuria había perdido a Jack, da igual que fuera Lust que otra. Pero Lust era la mejor.

Después de todo, Lust significa Lujuria.

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