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24 feb 2011

Las Garras del Demonio - Cap 6

Pride


Pride caminaba lentamente con las manos en los bolsillos de su chaqueta, intentando no tiritar del frío. El túnel aún conservaba los resquicios del invierno que se había quedado engarfiado en sus paredes de gris hormigón. Llegó a un callejón sin salida, alzando la mirada al techo, donde había una trampilla de metal y unas escaleras metálicas adheridas a la pared para poder subir hasta allí. Subió por las escalerillas con agilidad y llegó aun viejo trastero cerrado que contenía cosas viejas, que parecían llevar décadas allí: un viejo baúl que contenía ropa de otra época, boas de plumas, otrora rojas, ahora apagadas por el tiempo; un gramófono cubierto de polvo, y a su lado unos leales vinilos con óxido en su superficie oscura.

De repente, su ipod comenzó a vibrar y emitió un horrendo pitido. Pride rebuscó en sus bolsillos hasta que dio al fin con él y lo descolgó.

-¿Di?

-El jefe te necesita, Pride-dijo la conocida voz seca.

-Pasaré un momento por la editorial y luego me reuniré con él donde siempre.-le informó Pride, peinándose con la mano su cabello caoba.

-Esta vez no. A las trece horas, en la Plaza Vieja, junto a la puerta, un coche te recogerá.

-¿Qué ocurre?-preguntó Pride, extrañado.

-Don Angello Di Trevi viene a la ciudad a reunirse con Blitch.

-Comprendo… Allí estaré.

La voz seca colgó y Pride volvió a guardar su ipod en un bolsillo de su chaqueta. Salió del trastero, cerrando la puerta tras de sí. Una moto le esperaba aparcada entre las sombras de los trasteros cercanos. Pride montó en ella y salió de allí a toda velocidad.



-¡Maldito capullo de mierda!-le chilló una mujer a Pride, nada más entrar en la editorial del periódico, un moderno edificio gris.

Era una mujer cuarentona, de cabellos teñidos de rubio y unos furiosos ojos castaños. Su traje de falda gris era sencillo, delineando una envidiable silueta para su edad, con la esbeltez otorgada por unos elegantes zapatos de tacón.

-¿Qué ocurre, Sarah? ¿Se ha caído el suelo de mi despacho por las cartas de mis fans?-dijo con una sonrisa inocente.

-Romina aún no me ha entregado su reportaje sobre el Asperger y el autismo ¡Y tengo que entregar el borrador dentro de tres días!-dijo la mujer atacada de los nervios- ¿¡Por qué demonios la contrataste!? ¡Se mueve menos que una piedra!

-Si por ello te refieres a que no se pone a llorar por tus torturas como las cinco últimas candidatas, tienes razón, es más inactiva que una piedra… Pero merece la pena, escribe muy bien. Además, tiene unas bonitas piernas.

-Me alegra que te gusten, Ezequiel-dijo una graciosa voz a su espalda.

La voz correspondía a una joven de la edad de Pride, de cabellos oscuros y rizados como olas del mar, y unos profundos ojos negros que le miraban con burla y seriedad al mismo tiempo. En la solapa de su chaqueta azul llevaba una placa que rezaba: "Romina D. Black, Freelance".

Romina era una de aquellas personas que no se inmutan nunca, que nunca pierden la sangre fría y es muy difícil hacerles enfadar. Odiaba los cambios bruscos a su alrededor, como si aquellos supusiesen una pérdida de control sobre si misma y su vida. Le costaba entablar amistades con sus compañeros de trabajo, a los que les consideraba "unos viejos que creen saberlo todo sobre el mundo". Sin embargo, a Pride le caía bien aquella chica.

-¿Qué problema tienes ahora, Romina?-le preguntó Ezequiel, con una sonrisa burlona en sus labios.

-No puedo ponerme a trabajar con la pájara de Sarah revoloteando a mi alrededor como un buitre-dijo sin el menor asomo de enfado en su rostro.

Pride fulminó a la cuarentona Sarah, que se sonrojó de vergüenza. Ezequiel suspiró y se fue de la editorial, cogiendo un montón de papeles de la mesa de su despacho. Al salir, no pudo evitar sentirse impresionado al ver el edificio donde "World Times" tenía la sede. Era un enorme rascacielos gris en el centro de la ciudad. Una enorme pancarta colgaba del ático con el logotipo de su periódico: Varias plumas doradas cayendo suavemente a un suelo que no llegaba.


Un Cadillac negro le recogió exactamente cuando las campanas de la iglesia tocaron la una. La presencia imponente y silenciosa hizo que algunos giraran la vista a mirar, pero pronto desviaron la vista. Había cosas que era mejor no mirar.

-Sube-dijo una voz conocida con origen en el tapizado interior del viejo coche.

Al entrar, Pride vio a Lust, sentada en el asiento trasero mirando a la gente a través de las ventanas tintadas de negro. Llevaba un vestido negro, de corte oriental, y un dragón blanco serpenteaba por las curvas del vestido oscuro. Sin duda mucho más recatada de lo que solía ir normalmente.

-¿Listo?-le interrogó Lust con una inusitada expresión seria en sus ojos purpúreos-. Di Trevi debe llevarse una buena impresión cuando vuelva a su ciudad. Sobre todo, hoy hay que protegerse a toda costa.

-¿De quién?-le preguntó Pride, atusándose su cabello caoba, como hacía cada vez que estaba inquieto por algo.

-De los Fabriccio, los Nakasura, y, sin duda, Vladvoski… Todos aquellos que vean en la alianza entre los Scorpaniti y Di Trevi como una amenaza a su propia supervivencia.

-¿Han hecho de la casa un lugar seguro?

-Una fortaleza-sonrió Lust complacida.

Llegaron a una casa enorme, de tejas azabaches y encalada fachada nacarada. Unas alegres risas infantiles volaron hacia el cielo. Unos niños jugaban con una pelota al futbol, corriendo todo lo que sus pequeñas piernecitas les permitían. Sus agudas voces se apagaron al ver que el Cadillac negro atravesaba la sombría verja de hierro.

Un hombre trajeado, llevándose una mano a su sombrero negro, les abrió la puerta del coche. Lust y Pride salieron del coche y entraron a la mansión por una enorme puerta negra flanqueada por dos columnas de mármol.


Las habitaciones de la mansión pintadas de borgoña, tenían poca iluminación, elaborando juegos de luces y sombras; creando la extraña sensación de que las paredes estaban teñidas de sangre. Solo la cocina poseía un color distinto al resto de las habitaciones de la casa, con paredes blancas y azulejos celestes.

Pride se separó de Lust y se dirigió allí, donde una mujer de corto cabello escarlata comía un bizcocho Cookie Kings, que una anciana criada de cabellos grises.

-No deberías comer, Eris-se burló Pride nada más entrar en la cocina.

La mujer de pelo corto se giró, elevando sus ojos grises, clavando su mirada ceniza en Pride. Esbozó una sonrisa burlona.

-Perdóname, Pride, señor orgulloso-rió esta con una burlona reverencia.

-Vamos, hermana yuri-sonrió Pride-. ¿Aún estás con Yuziko?

-Por supuesto, Zeque.

-Señorito Ezequiel, ¿quiere un bizcocho?-le ofreció la anciana, mostrándole una bandeja llena de bizcochos.

-No gracias, Nana. He quedado con Blitch.

Pride se marchó dela cocina con su hermana siguiéndole los talones, con una sonrisa de suficiencia.

-¿Qué pasa, Zeque? ¿Problemas?

-Quizás, Kanako. ¿Por qué te cambiaste el nombre? Me gustaba el antiguo… Urraca-sonrió Pride.

-Te gusta porque siempre tuviste celos de mí-se defendió Eris-. Porque me odias.

-Yo no te odio, Kanako. Simplemente no te aguanto. Además, ¿por qué alguien tan guapo y exitoso como yo iba a tener celos de ti?

-¿Dónde está Lust?-preguntó Kanako con una sonrisa pícara-. Pensaba que venía conmigo.

-Creo que ha ido a ver a Blitch… Pero no te acercarás mucho a ella. Te empezará a sangrar la nariz.

-¿Qué insinúas?-chilló Eris enfurecida.

-Yo no insinúo. Lo digo. Te gusta Lust. Todo el mundo sabe que tu rollo con Yuziko no va en serio. No sé ni las veces que le has puesto los trastos, maldita lesbiana-le dijo con rencor-. Ella me cae bien.

-¡YO QUIERO A YUZIKO!

-¡Dios, qué bien mientes!-exclamó con cargada ironía-. A veces olvido que eres Eris, y no la lesbiana pervertida y mentirosa que eres en realidad.

-¡Cállate! ¡Sólo estás celoso!-chilló aún más fuerte.

-¿Por qué iba a estar celoso de ti?-replicó esbozando una siniestra sonrisa-. Sólo eres una de los muchos subordinados que tiene Padre, mientras que yo soy Pride, los ojos que todo lo ven… Yo soy importante y tú sólo eres uno del montón.

Había un horrible tono siniestro en su voz, que enfureció a Eris. Esta se mordió el labio de ira y rabia hasta que su labio sangró.

-¡Vamos, vamos!-les intentó calmar Nana, que había salido de la cocina preocupada por los hermanos-. No os peleéis los señoritos. Sois hermanos, y los hermanos han de llevarse bien… ¡Oh, señorito Michael! Precisamente le hablaba a sus hermanos de cómo deben comportarse.

Un hombre que acababa de entrar al pasillo borgoña miró a la anciana algo desconcertado. Su cabello no era caoba o encarnado, como el de Pride o el de Eris, sino de un color negro como un tizón. Sin embargo, sus ojos, grises como el acero helaban la sangre.

-¿Ya estáis discutiendo otra vez? ¿Qué clase de ejemplo le estáis dando a Law?-les riñó con voz acerada-. Padre espera en el salón con Di Trevi y Lust.

Pride suspiró con gesto cansado y siguió a Michael hasta el Salón del piso superior, no sin antes coger un bizcocho que Nana traía.


Llegaron a un amplio salón de paredes borgoña, con grandes cuadros y tapices que decoraban aquellas. Dos hombres estaban sentados frente a frente en sus respectivos sillones de piel, con la mirada fija el uno en el otro, como si retirarla supusiese perder algún tipo de competición secreta. Lust estaba erguida junto al sillón de uno de ellos, de cabello negro hilvanado con hebras grises. El otro hombre, tenía el cabello completamente blanco, piel oliveña y arrugada. Sus ojos de un color ámbar con brochazos de esmeralda. Vestía con una venerable elegancia un traje negro con rayas grises.

-¡Ezequiel! Pensaba que ya no vendrías -dijo Blitch con una sonrisa burlona-. ¿Recuerdas a Don Di Trevi?

Pride asintió, colocándose al lado de Lust.

-Buon giorno, Don Di Trevi.

-Buon giorno, Ezequiel -respondió el anciano con un gesto de aprobación en la cabeza- Il piccolo Michael, ¿verità? -Dijo el anciano con una sonrisa al ver a Michael-. È creciuto. Mi ricordo quando ho giocato sulle mie ginocchia. Ezequiel, questi molto gravi. Ancora con l´abitudine di non chiamarmi nonno.

-Señor Di Trevi, es una muestra de respeto hacia usted -le disculpó Blitch.

-Mi sentirei più felice se si chiamano dejases nonno in vostra presenza -replicó el anciano con una mirada fría en sus ojos verdes.

Blitch carraspeó molesto, pero no dijo nada. El anciano miró a Ezequiel y a Michael con una sonrisa alegra, pero entonces enarcó una ceja disgustada.

-¿Dove è Urraca? -preguntó el anciano.

-Te l´ho detto molte volte, Nonno. Il mio nome Kanako -dijo Eris en un perfecto italiano, entrando en el salón, dando un cariñoso besó en la mejilla al anciano.

-È il nome che tua nonna ti ha dado, cara. Per sempre la mia Urraca -sonrió el anciano. Se giró y lanzó una larga mirada a Blitch-. Veo que sigues usando la técnica del pseudónimo -dijo el anciano con su voz grave y un resquicio de acento italiano-. ¿Funciona?

-Sí. Además, mis subordinados no se conocen entre ellos en sus vidas "reales". Los he escogido bien-corroboró Blitch con una sonrisa.

-¿Le donne lavorano anche per voi? -gruñó el anciano al ver a Lust.

-Sono il migliore -replicó Lust suavemente, provocando una mirada asombrada en Don Di Trevi.

Blitch sonrió al ver la reacción del anciano.

-Es la mejor, Don Angello -le aseguró Blitch con una expresión complacida.

-Entonces me disculpo, bella Lust -se disculpó el anciano con expresión asombrada aún-. Una belleza fatal, Blitchio. ¿Dónde la encontraste?

-El asesinato de la habitación cerrada -contestó con sencillez-. Allí la encontré -mintió Blitchio.

Angello sabía que había mentido, aunque no dudaba que Lust era la responsable del Asesinato de la habitación cerrada, pero a pesar de ello no dijo nada. Entendía la confidencialidad del pasado de Lust. Un buen Don nunca habla sobre cosas que le perjudican a sí mismo.

-¿Hai già visitato la tomba di Helia? -le preguntó Blitchio con frialdad. De repente, se produjo una tensión en el ambiente que parecía que podía cortarse con el filo de una navaja.

La mandíbula de Blitchio estaba fuertemente tensa, con los dientes apretados con una rabia latente bajo la piel. En sus ojos había un brillo acerado. El frágil cuerpo del anciano poseía la misma expresión tensa y sus ojos verdes teñidos de ámbar reflejaban frialdad.

-Sì. Ho preso i fiori -respondió el anciano con sequedad-. Quizás deberíais retiraros -les sugirió, aunque en su tono grave y seguro se expresaba una orden.

Pride, Eris y Michael salieron de allí en silencio, mirándose con nerviosismo. Blitchio, con la compañía de Lust, y Angello miraron como la puerta se cerraba lenta y silenciosamente. Después de ello, se miraron con frialdad, cada uno tanteando al otro, como si fueran los segundos de calma antes de una pelea.

-Non sono d´accordo con quello che hai fatto, Blitchio. Si avvolto i vostri bambini in un gioco pericoloso -dijo Angello rompiendo el tenso silencio entre ellos.

-Non a tutti -musitó con frialdad.

La puerta se abrió de repente con un fuerte golpe a la pared borgoña, una mata de cabellos caobas entraron en la habitación. Un niño de unos nueve veranos se sentó en las rodillas de Angello, con un enorme folio en sus pequeñas manos.

Angello esbozó una amplia sonrisa al ver el dibujo del niño, acariciando con cariño sus rizos caobas. Era un dibujo de Angello y el niño en una colorida casa. Era un dibujo bastante bien hecho, que nadie diría que un niño de nueve años lo había dibujado.

Un hombre entró tras el niño, agotado de intentar perseguirlo, cuyos cabellos rubros estaban lacios y húmedos por el sudor.

-Mi dispiace, Padre -se disculpó el hombre de piel oliveña y cabello encarnado, cuyos ojos esmeraldas reflejaban culpabilidad-. Ho detto che sono stati occupatti, riuscì a fuggire.

-Non ti preoccupare, Rizzio. Querti bambini hanno un sacco de energía -sonrió Angello, bajando al niño de sus rodillas. El niño tenía una expresión decepcionada en sus ojos verdes con tonos ambarinos-. Luca, quello che devi fare se tuo padre e tua madre, ¿giusto?

-Sì, Nonno -dijo el niño con expresión compungida.

-No seas duro con el niño, Angello -intercedió Blitchio.

Angello clavó sus ojos en el hombre que estaba sentado frente a él. En su mirada esmeralda había una advertencia.

-¿Posso giocare con il cane, Zio Scorpaniti? -le preguntó el niño con ansiedad, rompiendo el contacto visual entre Angello y Blitchio.

-Chiaro. Per Ezequiel -respondió Blitchio con una sonrisa.

El niño sonrió de felicidad y salió corriendo por la puerta en busca de Pride. Rizzio miró donde había estado el niño con expresión lastimera y se fue en busca del niño, arrastrando los pies del cansancio, cerrando la puerta tras de sí.

-Luca tiene mucha energía. Sin duda será un magnífico jefe de mi casa -dijo Angello con una extraña sonrisa complacida-. Yo mismo le estoy versando en los asuntos de la familia y he pensado que quizás le vendría bien quedarse un tiempo contigo para aprender un poco de tu forma de llevar las cosas.

-Me parece bien.

-¿Has decidido quién te sucederá? -le preguntó el anciano algo nervioso. Blitchio negó con la cabeza-. El tiempo está en tu contra, Blitchio. Debes elegirlo ya, y comenzar a enseñarle.

-Es algo complicado, Angello. Michael tiene ya su vida hecho, con su familia. Además, es abogado, y creo que sería un buen counselor -Angello le dio la razón con un leve asentimiento-. Ezequiel es demasiado orgullo y a veces no piensa con claridad. Metería a la familia en muchos problemas… Y de Urraca ni hablamos.

-Pero Ezequiel es el que posee más posibilidades de ser un buen Don. Es un poco impulsivo, pero todos lo hemos sido en nuestra juventud -le dijo con una mirada significativa.

-Sería mi mejor opción si no estuviera ella de por medio… Urraca no aceptará a Ezequiel como Don. Y ello será un gran problema. Sí fuese cualquier otra persona, hace tiempo que Lust le habría eliminado… Pero es mi hija, aunque traiga la discordia allá donde va.

-Sin duda Urraca sería una mala cabeza de familia Scorpaniti. La peor decisión de la historia. Por suerte es la hija menor, así que tiene pocas posibilidades de llegar a convertirse en Cabeza de familia, aunque no dudo que está haciendo lo imposible para conseguirlo.

-Todo está entre Ezequiel y Michael. Será una dura decisión.

-Confío en tu experiencia, y estoy convencido de que tu elección será la correcta… Hay algo que me preocupa, Blitchio. Mis negocios de drogas peligran. Cada día es más difícil ocultarse de la policía. Cada vez más políticos y policías se venden a otras familias, a otras mafias. La familia Tanaka es un duro rival. El problema es que son demasiado numerosos y ya no sé de donde sacan tantos efectivos.

-Contrata mercenarios profesionales.

-Ya lo he hecho. Sin embargo, acabo de liquidar a un espía de Tanaka. Tengo que ir con pies de plomo. No sé si puede haber más. No puedo contratar a más si no estoy seguro de los que me rodean.

-Sospechas de alguien… -intuyó Blitchio, con un terrible pensamiento morando en su cabeza-. Alguien de la familia.

-Sí…

-Procede como creas conveniente. Yo te apoyaré contra otros sectores de la familia… En fin, debemos ir a comer.

Angello se levantó pesadamente del sillón, cogió su bastón de empuñadura de plata y salió por la puerta, dejando a Blitchio solo con sus pensamientos. Pride entró por la puerta, tocando antes de entrar.

-¿Qué ocurre?

-Tengo noticias extrañas… Envy se ha visto con Greed… Creo que ocultan algo.

Blitchio frunció el ceño, pensativo.

-¿Cuándo?

-Esta mañana. Tenía que entregar algo a Envy… Y vi a Greed fugazmente, como si quisieran ocultarle.

-Investiga. Averigua que es lo que se traen entre manos. Si no es peligroso, déjales actuar.

-¿Y si lo es? ¿Debo llamar a Wrath? -preguntó Pride estremeciéndose.

-Sólo si es necesario. Con una advertencia a tiempo es probable que sea suficiente.

Pride asintió, despidiéndose y saliendo por la puerta con un sudor frío recorriéndole la espalda. Lust esbozó una dulce sonrisa.

-No has dicho nada, Lust -comentó Blitch, levantándose del sillón tapizado-. ¿Qué crees?

-No tengo nada que decir, Blitch -respondió con una expresión fría en su rostro.

-¿Te quedarás a comer? A los niños les gustaría.

-No puedo, Blitchio. Me pediste que viniera, y he venido gustosamente. Pero he quedado con Gluttony para comer en su restaurante.

-Aún no sé que has visto en él.

-¿Visto? Blitch, creo que estás confundido. Gluttony y yo nos acostamos juntos. Desfrutamos de nuestra compañía y nos gusta la conversación del otro… No creo que vaya a cambiarlo -dijo esa última frase con expresión sombría y una sonrisa tensa en sus labios.

Blitchio asintió, aceptando sus palabras y vio como Lust se marchaba con su aire seductor, algo ya inconsciente en ella.


Pride leía unos documentos intentando concentrarse en ello a pesar de las risas del niño y los ladridos del enorme San Bernardo, que jugaban junto a él en el jardín. Eris apareció en el patio donde estaban, intentando acercarse a él y hablarle, pero tanto el perro como el niño la ignoraron y siguieron en sus juegos. Eris, despechada e ignorada, se acercó a Pride con una inquietante sonrisa en el rostro, pero Pride no levantó la mirada de los papeles.

-Veo que eres la niñera, Pride -se burló Eris entre risas.

-Veo que no solo los humanos te evitan. Los animales también -replicó sin alzar la vista de los papees, sin enfado en su voz.

Eris se mordió el labio con furia, y un reguero de sangre corrió por su barbilla.

-¿Acaso crees que Blitch y Don Di Trevi son idiotas? No por nada eres Eris, Urraca -continuó con un tono severo en su voz. Sus ojos tenían una expresión de inmenso odio-. Traes desgracias y disputas allá donde vas. Por eso te quieren lejos… Blitch te ha prohibido acercarte a Luca.

-¿Me han prohibido acercarme a mi propio primo? -chilló incrédula y enfurecida.

-Quieres hacer de él tu títere. Quieres ganar puntos frente a Blitch y Angello a través de Luca. Y tengo el honor de cuidar del muchacho, y, si es necesario, el placer de usar la fuerza contra ti.

-¿Serías capaz de matar a tu hermana, Ezequiel? -le preguntó, algo asustada, pero la ira que tenía en dentro desbordaba por cada poro de su piel.

-Padre no quiere que te pase nada. Si por mí fuera, y los lazos de sangre no me ataran mientras padre viva, estarías muy lejos… En una cama de madera.

-¿No serías capaz?

-¿Tú crees, Eris? -le preguntó con una sonrisa siniestra en su rostro-. Cuida tu espalda, Urraca… Y reza para que no sea yo quien suceda a Padre… Aunque no creo que tengas tanta suerte… Soy el mejor.

Eris retrocedió aterrada. No dudaba de la capacidad de Pride para acabar con su vida si se proponía a ello, incluso si la víctima fuera su propia hermana. Se marchó, aterrorizada y turbada.

Pride siguió leyendo los documentos que tenía en sus manos, sin dejar de lanzar fugaces miradas a Luca para controlarle. La presencia de Eris no le había importado demasiado. Estaba orgulloso de donde estaba. Había llegado allí por su propio esfuerzo, y no por ser hijo de Blitch, como Eris. Él era útil. Era el mejor de todos los hijos de Blitchio, demostrándolo con cada paso, con cada acción.

Ezequiel Scorpaniti era el favorito. Su padre estaba orgulloso de él. Y por ello, Pride significa orgullo.

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